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miércoles, 14 de noviembre de 2012

El escándalo amoroso en la CIA salpica a otro general



Washington. El presidente de Estados Unidos, Barack Obama, frenó ayer la postulación del general John Allen como jefe supremo de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (Otan) en Europa, luego de que el militar resultara salpicado por el escándalo por infidelidad conyugal que le costó el cargo al director de la CIA, David Petraeus, y que amenaza con alcanzar niveles insospechados.

Con esta decisión, Obama aceptó la recomendación del jefe del Pentágono, Leon Panetta, quien a pesar de haber postu­lado a Allen como comandante aliado supremo de la Otan a partir de 2013, ayer le solicitó dar marcha atrás.

Panetta reaccionó así ante la investigación que el Pentágono le inició a Allen por “comunicaciones inapropiadas” con una de las mujeres implicadas en la trama amorosa que obligó a dimitir a Petraeus como autoridad máxima de la CIA.


El general Allen, del Cuerpo de Infantería de Marina, asumió en julio de 2011 el mando de las fuerzas de Estados Unidos y de la Fuerza Internacional de Asistencia para la Seguridad (Isaf) en Afganistán.

Estaba previsto que Allen, de 58 años, compareciera mañana en una audiencia en el Senado estadounidense para discutir su postulación como comandante aliado supremo en Europa.

Un trámite que parecía sencillo hasta que el romance entre Petraeus y su biógrafa Paula Broadwell, destapado el viernes pasado, se cruzara en su camino, al entrar en escena una nueva protagonista.

Se extiende. Panetta explicó que el domingo el FBI le envió información sobre investigaciones en torno al general Allen por su relación con una mujer, amiga de la familia Petraeus, víctima de ciber­acoso por parte de la amante y biógrafa del exjefe de la CIA.

La prensa estadounidense apunta que el Pentágono está revisando entre 20 y 30 mil páginas de documentos, muchos de ellos correos electrónicos que Allen intercambió con Jill Kelley, la mujer que dijo al FBI que recibió correos electrónicos amenazantes de Broadwell, lo que habría destapado el affaire de Petraeus.

Kelley, de 37 años, casada con un conocido cirujano y madre de tres hijos, trabajaba como voluntaria en la base aérea de MacDill en Tampa, según la prensa estadounidense, donde era conocida por organizar actos caritativos en beneficio de las familias de los militares.

Fue así como conoció a Petraeus y su esposa, Holly, aunque se desconoce por qué conoce al general Allen.

Kelley dejó su casa en Florida para huir del escándalo, según el canal CBS, que agrega que ya contrató a un abogado en Washington y a una gestora de crisis que representó en el pasado a Monica Lewinsky.

La prensa estadounidense no deja de aportar nuevos detalles sobre el escándalo.

The Washington Post informó que Petraeus se enojó cuando supo de los mails amenazadores de su amante a la presunta rival y que el militar exigió a Broadwell que dejase en paz a Kelley, identificada como una amiga de la familia.

Según personas próximas 
al general condecorado, Petraeus puso fin a la relación cuando tuvo conocimiento de estos mails amenazadores, hace unos cuatro meses.

La policía federal investigó también si el affaire supuso un riesgo para la seguridad nacional y si Broadwell tuvo conocimiento de secretos de la CIA.

Los hechos ponen en duda la efectividad de los servicios secretos estadounidenses y superaron un problema de polleras para transformarse en un verdadero escándalo nacional.

Mantiene la confianza

Mientras lo investigan. El vocero de la Casa Blanca, Jay Carney, afirmó que el presidente Obama “mantiene su confianza” en el general Allen pese a ser investigado por su supuesto vínculo con una de las mujeres implicadas en el escándalo Petraeus.

El mandatario “valora el trabajo del general y tiene fe para que continúe comandando las tropas en Afganistán” mientras es investigado por el Departamento de Defensa.

Hace un mes. Cuando Obama anunció su nominación el pasado octubre, aseguró que “confiaba personalmente” en su con­sejo y bajo su mando se habían logrado “importantes avances” para derrotar al grupo terrorista Al Qaeda y restaurar la seguridad en Afganistán.

Las protagonistas de la trama

La amante. Paula Broadwell, de 40 años, fue biógrafa de Petraeus y tuvo un amorío durante varios meses con él, que salió a la luz pública la semana pasada y provocó la renuncia del general retirado al frente de la CIA. Petraeus no tenía intención de dimitir hasta que se hizo evidente que su relación extramatrimonial iba a quedar al descubierto con la investigación de sus cuentas de correo electrónico. El lunes por la noche, el FBI registró la casa de Broadwell, quien vive con su familia en Charlotte, Carolina del Norte.

La acosada. Jill Kelley, de 37 años, es una mujer de la clase alta de Tampa, amiga de la familia Petraeus, casada y madre de tres hijos. Ella fue la que destapó el escándalo al avisarle a un amigo del FBI que recibía correos electrónicos amenazantes, que terminaron siendo de la amante del exdirector de la CIA. Petraeus dijo a sus allegados que su relación con Kelley era platónica, aunque Broadwell, al parecer, la vio como rival en el idilio. El hermano de Kelley dijo que “es totalmente inusitado en ella que tenga un relación fuera del matrimonio”.

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